Mucho se escucha hablar de la importancia de la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres. Sin embargo, la brecha de género persiste y ha empeorado en algunos casos.
Según el Foro Económico Mundial, necesitaremos 268 años para cerrar la brecha de género a nivel global, en el ámbito de la participación económica y las oportunidades.
Y el COVID hizo también lo suyo. La Organización Internacional del Trabajo ha informado que la pandemia ha golpeado a la mujer trabajadora de forma desproporcionada, y que, las mujeres no se reincorporan de forma proporcional a los hombres.
Los datos no nos permiten minimizar la situación:
• Solo el 28% de máxima responsabilidad son ocupadas por mujeres, mientras que en los niveles iniciales el mix es 50%/50%. A medida que vamos creciendo en la escala jerárquica la participación de la mujer disminuye.
• Las mujeres ganan en todo el mundo alrededor de un 37% menos que los hombres en funciones similares, según el Foro Económico Mundial.
Más aún, el Banco Mundial señala que la igualdad salarial por un trabajo de igual valor sólo es obligatoria en menos de la mitad de las economías del mundo.
• El 59% de las mujeres reportan haber recibido acoso o microagresiones en el trabajo, a nivel global.
• El 51% de las mujeres de las mujeres consideran que necesitan demostrar con mayor evidencia su competencia que otros en las organizaciones donde trabajan.
No naturalicemos la situación. No existen razones que avalen la inequidad. Sólo encontramos sesgos culturales que vienen impactando sostenidamente en la falta de oportunidades y derechos de las mujeres en las organizaciones.
Debemos maximizar nuestra sororidad en pos de facilitar el avance femenino en el mundo organizacional. Fortalezcamos redes profesionales que faciliten el crecimiento personal y ocupacional. La igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres son fundamentales para el desarrollo sostenible. Es imperativo que nos involucremos y trabajemos juntas para cerrar la brecha de género y avanzar hacia una sociedad más equitativa y justa.
Como nos enseña Terry Eagleton: «La esperanza no es cuestión de fe, sino de compromiso, implica trabajo, involucramiento y un plan de acción para lograr aquello deseado».
La esperanza de cambio es posible.
De nosotras depende.